sábado, 15 de octubre de 2011

HISTORIA AMERICANA

El poblamiento de América es el proceso por el cual se diseminó la especie humana en el continente americano. Los científicos no tienen dudas de que los seres humanos no son originarios de América, por lo que ésta fue poblada por hombres provenientes de otra parte. La evidencia paleoantropológica apoya la hipótesis de que los humanos llegaron a América procedentes de Siberia, en el extremo noreste de Asia.

Desde el punto de vista de la teoría del poblamiento tardío, los paleoamericanos entraron al continente durante la última glaciación, que permitió el paso hacia el Nuevo Mundo a través de Beringia. Este evento ocurrió entre 14 mil y 13 mil años A. P. Por otro lado, la teoría del poblamiento temprano dice que los humanos llegaron a América mucho antes, basados en el descubrimiento de restos cuyos fechamientos por carbono 14 dan una antigüedad mayor que 14 mil años A. P. A la investigación paleoantropológica se suma la información producida por la genética, que ha servido para reforzar algunas conjeturas sobre el origen de los americanos.

En general, se considera que la mayor parte de los indígenas americanos son descendientes de un grupo único proveniente del noreste o el oriente de Asia. Los pueblos de habla na-dené son descendientes de una segunda ola migratoria que se estableció en el norte de América, mientras que los esquimales llegaron al continente en el flujo migratorio más reciente. Después que los paleoamericanos entraron al continente, el paso de Beringia fue cubierto nuevamente por el mar, de modo que quedaron prácticamente aislados del resto de la humanidad. Salvo el caso de una breve colonización vikinga en la costa de Canadá y Groenlandia, no hay evidencia contundente que respalde un posible contacto transoceánico entre la América precolombina y el resto del mundo.

Después del contacto colombino se plantearon algunas conjeturas para explicar el origen de los indígenas americanos, por ejemplo, mediante el mito de la Atlántida o de las tribus perdidas de Israel. El avance de la investigación científica permitió demostrar que no había relación material entre el origen de los amerindios y esas creencias, por lo que esas antiguas hipótesis quedaron descartadas.

Desde el punto de vista de la teoría del poblamiento tardío, los paleoamericanos entraron al continente durante la última glaciación, que permitió el paso hacia el Nuevo Mundo a través de Beringia. Este evento ocurrió entre 14 mil y 13 mil años A. P. Por otro lado, la teoría del poblamiento temprano dice que los humanos llegaron a América mucho antes, basados en el descubrimiento de restos cuyos fechamientos por carbono 14 dan una antigüedad mayor que 14 mil años A. P. A la investigación paleoantropológica se suma la información producida por la genética, que ha servido para reforzar algunas conjeturas sobre el origen de los americanos.

En general, se considera que la mayor parte de los indígenas americanos son descendientes de un grupo único proveniente del noreste o el oriente de Asia. Los pueblos de habla na-dené son descendientes de una segunda ola migratoria que se estableció en el norte de América, mientras que los esquimales llegaron al continente en el flujo migratorio más reciente. Después que los paleoamericanos entraron al continente, el paso de Beringia fue cubierto nuevamente por el mar, de modo que quedaron prácticamente aislados del resto de la humanidad. Salvo el caso de una breve colonización vikinga en la costa de Canadá y Groenlandia, no hay evidencia contundente que respalde un posible contacto transoceánico entre la América precolombina y el resto del mundo.

Después del contacto colombino se plantearon algunas conjeturas para explicar el origen de los indígenas americanos, por ejemplo, mediante el mito de la Atlántida o de las tribus perdidas de Israel. El avance de la investigación científica permitió demostrar que no había relación material entre el origen de los amerindios y esas creencias, por lo que esas antiguas hipótesis quedaron descartadas.

A partir de 1492, las culturas americanas y europeas intentaron buscar explicaciones para el origen de esos seres con los que se estaban encontrando. En ambos grupos culturales, las primeras explicaciones fueron religiosas: los aztecas pensaban que era el dios-héroe Quetzalcóatl, mientras que los europeos pensaron que los pobladores de América eran las tribus perdidas de Israel.[1] En 1650, James Ussher estableció, basado en la Biblia, que las tribus perdidas abandonaron Israel en el año 721 a. C. y, sobre esa base, la cultura europea sostuvo que América había sido poblada alrededor del año 500 a. C. En sentido contrario, las culturas mesoamericanas consideraban que la presencia humana en el continente americano era muy anterior al que suponían los europeos. El Imperio Maya tenía registros históricos escritos al menos desde agosto de 3114 a. C.[1] Otras culturas, como la Zapoteca, tenía registros escritos de hechos históricos que se remontaban al año 500 a. C.

Los europeos no tuvieron acceso a esos conocimientos de las civilizaciones mesoamericanas e ignoraron la existencia de estos registros hasta el siglo XX. Por esa razón las teorías bíblicas sobre el poblamiento de América fueron dominantes hasta comienzos del siglo XX.
[editar] Charles Abbott

En 1876, Charles Abbott, un médico norteamericano, encontró unas herramientas de piedra en su granja de Delaware. Debido a las características toscas de los instrumentos, pensó que podrían pertenecer a los antepasados remotos de las culturas indígenas modernas. Debido a ello, consultó con un geólogo de Harvard, quien estimó en 10.000 años de antigüedad la grava que se encontraba alrededor del hallazgo. Abbott sostuvo entonces que se trataba de un asentamiento humano del Pleistoceno, es decir, muchos miles de años más antiguo de lo que establecían las teorías bíblicas dominantes.

La teoría de Abbott fue rechazada por las jerarquías cristianas por oponerse a la Biblia y por la comunidad científica organizada por el Instituto Smithsoniano por no cumplir con los estándares científicos que exigía. Entre los científicos que rechazaron la hipótesis de Abbot se encontraban Aleš Hrdlička y William Henry Holmes. En la actualidad se ha comprobado que Abbott tenía razón en muchas de sus hipótesis y la granja ha sido declarada Monumento Histórico Nacional.
[editar] El descubrimiento del sitio de Folsom

En 1908, George McJunkin encontró unos enormes huesos en un barranco de la aldea Folsom, Nuevo México. McJunkin, un esclavo liberado por la Guerra Civil Estadounidense, era geólogo, astrónomo, naturalista e historiador aficionado y durante años intentó llamar la atención de los vecinos de Folsom sobre la probable antigüedad de los huesos. En 1926, cuatro años después de la muerte de McJunkin, el director del Museo de Historia Natural de Colorado, Jesse D. Figgins, se enteró del lugar y descubrió varias puntas de flecha de un estilo muy refinado que luego volverían a encontrarse en Clovis y otros sitios. Una de ellas estaba incrustada en la tierra que rodeaba al hueso de un ejemplar de bisonte extinto miles de años atrás.[cita requerida]

Figgins llevó las puntas de lanza a Washington DC para enseñárselas a Aleš Hrdlička, en el Instituto Smithsoniano, quien si bien lo trató cortésmente y le sugirió una serie de reglas metódicas para el caso de nuevos descubrimientos, se mantuvo sumamente escéptico y consideró hasta el fin de su vida que Folsom no constituía una prueba concluyente de que América hubiera estado poblada durante el Pleistoceno.[2]

En agosto de 1927, el equipo de Figgins encontró una punta de lanza ubicada entre dos costillas de bisonte. Figgins envió un telegrama y tres científicos viajaron para ser testigos del hecho, e informar de la seriedad del hallazgo. En ese momento, la comunidad científica norteamericana comenzó a aceptar la importancia del yacimiento de Folsom.[cita requerida]
[editar] El descubrimiento de la Cultura Clovis
Artículo principal: Cultura Clovis
La típica punta Clovis.

En 1929, Ridgely Whiteman, un joven indígena de 19 años que venía siguiendo las investigaciones que se estaban realizando en la cercana localidad de Folsom, escribió una carta al Instituto Smithsoniano sobre una serie de huesos que había encontrado en la aldea de Clovis, Nuevo México. En 1932, una excavación realizada por un equipo dirigido por Edgar Billings Howard, de la Universidad de Pensilvania, confirmó que se trataba de un asentamiento indígena durante el Pleistoceno y verificó el tipo especial de punta de flecha que sería conocida como "punta Clovis". Al ser descubierta la datación por carbono 14, en 1949, el método fue aplicado en los yacimientos de Clovis, resultando en antigüedades que oscilaban entre el año 12.900 adP y 13.500 adP.[3] La datación por radiocarbono fue establecida en 11.500 a 10.900 años antes del presente y revisada luego a 11.050 a 10.800 adP,[4]

Desde la década de 1930 y, sobre todo, desde la confirmación de las fechas por el método del carbono 14, la comunidad científica norteamericana organizada alrededor del Instituto Smithsoniano aceptó que la Cultura Clovis era la más antigua de América y que estaba directamente relacionada con la llegada de los primeros hombres. Esto se conoció como Consenso Clovis y tuvo gran aceptación mundial hasta fines del siglo XX. El Consenso Clovis fue la base de la teoría del poblamiento tardío de América.
[editar] Hrdlička y la teoría del ingreso desde Siberia cruzando el estrecho de Bering
Joven inuit de la Beringia moderna.

En 1937, Aleš Hrdlička, retomando un argumento de Samuel Haven,[5] sostuvo que el ser humano había ingresado a América por Alaska, proveniente de Siberia, Asia, cruzando el estrecho de Bering. Algunas publicaciones le atribuyen erróneamente a Hrdlička haber postulado la teoría más moderna, aquella que señala que el hombre cruzó caminando por una zona llamada Puente de Beringia formado a raíz del descenso del nivel de las aguas del Estrecho de Bering, durante el último período glacial.

Si bien Hrdlička nunca se pronunció expresamente sobre la fecha de llegada del hombre al continente americano, rechazó sistemáticamente las pruebas que proponían la existencia de paleoindios y sostenía que, a diferencia de Europa, no existían rastros en América que permitieran hablar de presencia humana durante el Pleistoceno (1,8 millones de años adP - 10.000 años adP), en tiempos de la última glaciación. De hecho, Hrdlička consentía la creencia del Instituto Smithsoniano, representada por William Henry Holmes, que sostenía que los primeros habitantes de América habían ingresado en un pasado reciente, imprecisamente estimada en unos pocos siglos.